Biografía del Capitán Diego De la Carrera Aldean
Nació en 1770 en Barbacoas, Nariño, Colombia. En 1810 habiendo sido restituidos los realistas en Quito, la Real Audiencia propuso su nombre y el Conde Ruiz de Castilla lo nombró gobernador interino de la Provincia de Esmeraldas, en reemplazo del Capitán Miguel Betancourt Nicolalde, quien había sido nombrado un año antes por los patriotas.
Don Diego era hombre de mediana edad, tenía cuarenta años y estaba casado con la señora María Portocarrero Vélez.
En Atacames le nació en 1795 una hija llamada Francisca que murió soltera. De ella se cuenta que estando en esa población tejiendo cordones de cabuya con una navaja se vació el ojo derecho por accidente. Luego María en 1797 que se casó con el guayaquileño José María González de Vera, no tuvieron hijos. Después nació Lucía en 1799 que contrajo nupcias con Xavier Torres Betancourt y finalmente Juana que falleció de corta edad.
Don Diego estuvo un año interinamente reemplazado a Betancourt, pues en 1811 recibió despachos como Teniente de Corregidor y cuando sobrevino la revolución del 9 de Octubre de 1820, viendo que su situación personal se tornaba crítica, solicitó a su secretario Xavier Torres Betancourt que se internara en la selva con su mujer e hijas, mientras el preparaba las defensas con quince esclavos. A poco arribaron los expedicionarios guayaquileños que arrestaron a Diego De la Carrera después de atacar su casa y lo pasearon en un burro por el poblado al grito de "Viva la Patria”.
Uno de los más exaltados revolucionarios le pidió en un momento dado que vivara la revolución; pero, de la Carrera, que era un hombre venerable, respondió con toda serenidad: "Viva Fernando VII" y fue atravesado a bayonetazos. Ese fue el triste fin de la administración española en Atacames.
Su viuda e hijas pasaron numerosas privaciones en la selva, ocultándose de sus enemigos y de las fieras, pero siempre en la fiel compañía del secretario Torres, que las cuidaba de todos los peligros y cuando los ánimos se calmaron y volvieron las cosas a ser como antes, pudieron salir al poblado. Mientras tanto un romance se había iniciado entre el fiel secretario y la joven Lucía. Bellos tiempos aquellos en que se podía disponer de toda una provincia virgen para planificar el futuro y conquistarlo.
Biografia escrita por Rodolfo Pérez Pimentel, con ciertas adecauciones hechas por el Ing. Jairo H. Díaz C.
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